domingo, 17 de septiembre de 2017

Legado en los huesos (Dolores Redondo)

Tenía ganas de ponerme con la segunda parte de la Trilogía del Baztán, pero como en invierno tiendo a leer muy poco en papel ha tenido que esperar. Eso sí, tenía claro que sería uno de los libros a incluir en mi maleta para las vacaciones.



SINOPSIS:
El juicio contra el padrastro de la joven Johana Márquez está a punto de comenzar. A él asiste una embarazada Amaia Salazar, la inspectora de la Policía Foral que un año atrás había resuelto los crímenes del llamado basajaun, que sembraron de terror el valle del Baztán. Amaia también había reunido las pruebas inculpatorias contra Jasón Medina, que imitando el modus operandi del basajaun había asesinado, violado y mutilado a Johana, la adolescente hija de su mujer. De pronto, el juez anuncia que el juicio debe cancelarse: el acusado acaba de suicidarse en los baños del juzgado. Ante la expectación y el enfado que la noticia provoca entre los asistentes, Amaia es reclamada por la policía: el acusado ha dejado una nota suicida dirigida a la inspectora, una nota que contiene un escueto e inquietante mensaje: «Tarttalo». Esa sola palabra que remite al personaje fabuloso del imaginario popular vasco destapará una trama terrorífica que envuelve a la inspectora hasta un trepidante final.

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Después de cómo termina la primera novela, una ya se hace a la idea de por dónde van los tiros en la segunda. De algo que desentonaba en el caso del Basajaun sale un nuevo caso, un nuevo asesino que espera a que la inspectora Salazar se reincorpore de su baja de maternidad para llamar su atención de la forma más macabra. Los personajes se van volviendo más humanos a medida que el lector los va conociendo un poco más que en el primero. Te encariñas con algunos, te enfadas un poco más con otros, y se te ponen los pelos de punta con los más desequilibrados. Amaia Salazar sigue siendo una mente brillante poco ortodoxa por fuera, y una mujer traumatizada y llena de temores por dentro. A los que arrastra desde su infancia se añade ahora el temor de no ser una buena madre, de no estar cuando su hijo la necesita. ¡Ay, la conciliación, eso de lo que tanto se habla y que tan complicado es, especialmente en según qué trabajos!
La implicación personal en el caso la hace caminar todo el tiempo por la cuerda floja, dando unas explicaciones a sus impulsos que en muchos casos son verdades a medias, ya que se empieza a dar cuenta de que tiene que medir en quién puede confiar y en quién no. Su incertidumbre y su angustia se sienten, tiran de ti haciéndote pasar hojas sin descanso porque necesitas saber. Y esta es una de las mejores sensaciones que te pueden provocar una novela.
No soy lectora habitual de novela policíaca y la verdad es que le he empezado a coger el puntillo a ir haciendo conjeturas y adivinando quién y por qué es el responsable de tanta maldad. Es una segunda parte que no tiene nada que envidiar a la primera, y que además termina con un punto álgido que te deja en ansia viva por empezar la tercera. Muy recomendable. 

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